Me he cansado de tener que borrar cosas de los discos duros o de estar tostando soportes «canonizados», así que he empezado a subir de orden de magnitud el almacenamiento de mi querido pepino servidor ubuntero, aun a costa de acabar experimentando la versión digital del Síndrome de Diógenes. Un bonito disco duro de Samsung de 1TB SATA.
Gracias al estupendo sistema de gestión de volúmenes lógicos de Linux LVM, ahora sólo la unidad lógica de datos tiene casi unos bonitos 1.3TB, dejando para el resto del sistema la décima parte, y aún queda espacio en el disco sin asignar.
Ha sido tan fácil como, una vez montado en su bahía, decirle al sistema operativo por línea de comando, y tras crear una partición en el disco nuevo del tipo «8e» (Linux LVM)
sudo umount /dev/mapper/GrupoVolumenes-VolumenLogico sudo lvm lvm> pvcreate /dev/sd#Disco#Particion lvm> vgextend GrupoVolumenes /dev/sd#Disco#Particion lvm> lvextend -l+100%FREE GrupoVolumenes/VolumenLogico lvm> exit sudo e2fsck -f /dev/mapper/GrupoVolumenes-VolumenLogico sudo resize2fs /dev/mapper/GrupoVolumenes-VolumenLogico sudo mount -a
Eso sí, tarda un rato en expandir el sistema de ficheros ext3 por todos los distintos discos duros físicos.
En septiembre a por el segundo disco de un terabyte. Total, para algo quedan cuatro bahías libres y la fuente de alimentación es una Enermax sobredimensionada en su momento y quedan dos puertos más en la placa SATA, sin contar con los antiguos IDE con los viejos discos rebosantes de datos.